El autor reflexiona sobre la figura de Federico García Lorca y escenifica una anécdota ocurrida en 1936 con Margarita Xirgú, una conversación entre ambos en torno al teatro por la deriva de Lorca hacia un teatro experimental con el que ella no está de acuerdo. A través de este diálogo, rítmico e intenso, se trasluce la situación vital y amorosa de Federico García Lorca, en concreto su apuesta por la relación que mantiene con el joven Juan, el «rubio de Albacete”, en los días de 1936 previos al estallido del conflicto.